jueves, 5 de julio de 2012


SUBRAYADO A LÁPIZ: respiración artificial - ricardo piglia

El escritor Emilio Renzi, que ha escrito una narración conjetural de una historia que circulaba en su familia, conoce por fin al protagonista, su tío Marcelo, que vive en provincias e investiga los papeles del secretario privado de un personaje que pudo ser un héroe pero del que se sospecha que en realidad fue un traidor. Entre estos personajes y algunos otros, como un polaco tras el que se adivina la figura de Gombrowicz, se hilvana una trama detectivesca que sirve para reflexionar sobre la dolorosa historia argentina y sobre la literatura y sus máscaras. Una novela radicalmente original que, en una reciente encuesta entre escritores argentinos, ha sido elegida como una de las diez mejores de esa literatura en el siglo XX.

"... Aquí pocas novedades, mucho calor; pensar que en esta ciudad Miguel Cané escribió Juvenilia. Razón de más para irse, como dice Alfredo. Pero ¿adonde? México es la misma vaina. Vivo encerrado todo el día traduciendo (ahora un libro bastante notable de Thomas Bernhard). Solo salgo para ir al cine; tengo una novia venezolana, no sé si te dije (le estoy enseñando a cebar mate). Los muertos y los amigos (vos entre ellos) se me aparecen en los sueños. Así son las cosas en esta época: para encontrarse con la gente que uno quiere hay que dormir."


"...Por otro lado en esas caravanas de la utopía que cruzaban los desiertos calcinados de Nuevo México he visto horrores y crímenes que jamás hubiera podido figurarme en mis propias pesadillas. Un hombre le cortó la mano a uno de sus amigos con el filo de una pala para poder llegar el primero al cauce de un río donde el oro, dicho sea de paso, no se encontraba. ¿Qué lecciones he sacado de esa otra experiencia vivida por mí en el mundo alucinante de la utopía? Que en en su persecución todos los crímenes son posibles. Y que sólo podrán alcanzar el reino suave y feliz de la pura utopía aquellos que (como yo) han sabido arrastrarse por la mayor degradación. Sólo en la mente de los traidores y de los viles, de los hombres como yo, pueden surgir los bellos sueños que llamamos utopías."


"...Escribir una carta es enviar un mensaje al futuro; hablar desde el presente con un destinatario que no está ahí, del que no se sabe cómo ha de estar (en que ánimo, con quién) mientras le escribimos y, sobre todo, después: al leernos. La correspondencia es la forma utópica de la conversación porque anula el presente y hace del futuro el único lugar posible del diálogo. Pero además existe una segunda razón. ¿Qué es el exilio sino una situación que nos obliga a sustituir con palabras escritas la relación entre los amigos más queridos, que están lejos, ausentes, diseminados cada uno en lugares y ciudades distintas? Y además ¿qué relación podemos mantener con el país que hemos perdido, el país que nos han obligado a abandonar, qué otra presencia de ese lugar ausente, sino el testimonio de su existencia que nos traen las cartas (esporádicas, elusivas, triviales) que nos llegan con noticias familiares? Está entonces bien elegida por mí la forma de esa novela escrita en el exilio y por él.


"Renzi me dijo entonces que el profesor no era así. no estaba seguro de conocerlo bien, dijo, pero podía imaginarse perfectamente cómo pensaba. ¿Y cómo pensaba?, le pregunto, según usted. En contra de sí mismo, siempre en contra de sí mismo, me dijo Renzi, a quién ese método le parecía una garantía, casi infalible, de lucidez. Es un excelente método de pensamiento, me dijo. Pensar en contra, le digo, sí, no está mal. Porque él, Marcelo, me dijo Renzi, desconfiaba de sí mismo. Nos adiestran durante demasiado tiempo en la estupidez y al final se nos convierte en una segunda naturaleza, decía Marcelo, me dice Renzi. Lo primero que pensamos siempre está mal, decía, es un reflejo condicionado. Hay que pensar en contra de sí mismo y vivir en tercera persona"



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